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7 Sugerencias para crear lazos afectivos con nuestros hijos

  • linkfamily
  • 6 may 2016
  • 3 Min. de lectura

a) Saber escuchar a nuestros hijos es la clave. Los adultos procesamos los problemas de forma diferente a los niños y nuestras claves de interpretación son sustancialmente diferentes a las que ellos utilizan. Por tanto ante cualquier demanda del niño debemos tener tiempo para escucharle. Lo que nos importa como padres no es tanto solucionar el “problema puntual” de nuestro hijo sino lanzarle un mensaje muy potente que transciende al propio problema, a saber: “Tus padres están ahí para escucharte y ayudarte en lo que necesites”. Esta es la mejor base para que los niños crezcan emocionalmente fuertes y reduzcamos los miedos y conductas desadaptadas a partir del reforzamiento de su propia seguridad afectiva. b) La empatía parental La capacidad de percibir los signos emocionales del niño por las que manifiesta sus necesidades de atención afectiva y saberles dar la respuesta adecuada por parte de los padres es lo que denominamos empatía parental. Uno de los principales obstáculos para que los padres escuchen a sus hijos es que dedican buena parte de su comunicación a reprenderles o a recordarles las normas de conducta que se esperan de ellos. Es muy fácil marcar conductas y diferenciar entre lo aceptable y lo inaceptable. Pero, si no sabemos interpretarlos, si no somos capaces de leer en clave emocional muchas de estas manifestaciones, es probable que no se sientan respetados ni comprendidos y, por tanto, no solucionemos el problema. Ello es especialmente importante durante la adolescencia. c) El concepto de Resilencia parental La Resilencia es un concepto que hace referencia a la capacidad de ciertas personas, también en los niños, para hacer frente a los factores y circunstancias adversas que nos depara la vida. Los sujetos con resilencia son capaces de seguir construyendo su futuro de forma equilibrada y sana pese a las experiencias difíciles, los traumas vividos y las carencias afectivas tempranas. Podríamos decir que hay un cierto aprendizaje de las malas experiencias y un deseo que impulsa a estas personas a construir estrategias alternativas para llegar a funcionar mejor en todos los ámbitos, incluido el familiar, pese a las circunstancias adversas. La resilencia es, por tanto, una de las habilidades básicas fundamentales deseables y esperables en los padres. No obstante, el desarrollo de esta capacidad es posible tanto para los padres como para los hijos y de su establecimiento en los más pequeños va a depender de la existencia de una parentalidad sana, competente y que sirva de modelo adecuado.. d ) Aprender a hablar de nuestros sentimientos y emociones. Debemos enseñarles a identificar sus emociones para que así puedan encauzarlas debidamente. Para ello debemos atender a lo que hace cada día, pero fundamentalmente a cómo se ha sentido en las diversas. Enseñarles a hablar acerca de sus sentimientos supone un buen recurso para construir una personalidad sana. No se trata de que los padres hagamos un interrogatorio exhaustivo cada día, sino que seamos capaces de introducir estos elementos cuando se produzcan situaciones que así lo aconsejan (por ejemplo: un día en el que llega del cole llorando). e) Ser coherentes y predecibles Los padres son los referentes y los modelos principales hasta, al menos, la adolescencia. Construir lazos afectivos significa también crear un entorno coherente y predecible. Si exigimos a nuestros hijos comportamientos o actitudes que son contrarias a nuestra propia forma de actuar, crearemos dudas y desorientación. Es aconsejable que incluso cuando se dan conflictos serios entre la pareja, seamos capaces de consensuar unas líneas educativas comunes de actuación con ellos independientemente de nuestras diferencias como adultos.. f) Fomentar los estilos democráticos Este estilo educativo denominado "democrático" y considerado como el óptimo, según algunos estudios, se caracteriza por que el niño se siente amado y aceptado, pero también comprende la necesidad de las reglas de conducta y las opiniones o creencias que sus padres consideran que han de seguirse. Como padres debemos saber ser generosos pero, a la vez, es imprescindible establecer límites claros a las conductas y demandas de nuestros hijos. Reforzar la vinculación y proporcionales afecto no significa ceder a todas sus demandas. g) Incrementar los tiempos de ocio juntos Dedicar más tiempo con los hijos es siempre una buena elección pero deberemos también buscar una mejora en la calidad del mismo. De nada nos servirá estar todo el día con nuestros hijos si ello no nos proporciona espacios comunes de juego y comunicación. Los juegos familiares, la lectura de cuentos a los más pequeños, el poder hablar de temas de su interés a los adolescentes, etc. son actividades esenciales para potenciar los lazos afectivos. Es también muy importante hablar sobre lo que sucede y nos preocupa en el día a día. Actualmente la televisión, las nuevas tecnologías, etc, nos roban espacios comunes y se hace más difícil el intercambio de experiencias entre padres e hijos. Hay que buscar o crear los espacios necesarios si no existen.


 
 
 

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